Últimamente, en mi adolescencia, la vida se siente como un campo de batalla donde todos los días hay una guerra entre mi libertad, mis deseos y mis frustraciones, que luchan contra mis creencias, mis deberes, mis emociones y mi entorno. A veces, incluso luchan entre sí mismos por conseguir un equilibrio que me haga sentir en calma.
Pero estas escaramuzas entre mi mente, con mi entorno o consigo mismas, no son obstáculos; en realidad, son combustible para hacerme un hombre más fuerte. Siguiendo las transformaciones del alma de Nietzsche, que menciona en su libro “así habló Zaratustra”, cada día superado es un paso más cerca de ser aquel superhombre.
Pero ser este Übermensch, no implica ser un hombre rudo o de acción. Ser un superhombre es levantarse cada día en búsqueda de ser mejores, poner un pie delante de otro y tomar las mejores decisiones que pueda. Nuestras decisiones y nuestros actos son lo que nos convierten en mejores seres humanos, son los que realmente nos transforman en superhombres.
Porque, sentir dolor es solo una señal de que sigo vivo, de que aún tengo oportunidad de transformarme, aún puedo ser más fuerte. Pero la fuerza no es solo poder físico, la verdadera fuerza radica en la voluntad. Aquella voluntad de poder que nos da la fuerza interna para impulsarnos a ser mejores. Porque un verdadero superhombre no es el que vuela, sino quien permanece firme en la tierra cuando todo se cae.
Porque, lo que hace “súper” a un hombre, no es su fuerza física ni mental, sino su capacidad de ser libre para decidir ser cada día mejor; que, aunque nadie lo esté viendo o todo el mundo lo esté odiando, el superhombre siga escogiendo siempre ser mejor. Ese factor “súper” es lo que nos recuerda todos los días por qué aún no nos hemos rendido, porque aún en medio de la oscuridad, el superhombre encuentra luz. Él salva a los demás, incluso cuando él mismo necesita ser salvado, porque el superhombre sabe que la fuerza y el dolor nunca vendrán separados, y que cada día es una pequeña victoria que lo hace ser aún más fuerte.
Para Nietzsche, el superhombre es aquel que se sale del molde y va en contra de las masas. Sin embargo, la humanidad no llegará a su mejor versión hasta que ser un superhombre deje de ser algo extraordinario y cuando todos trabajemos juntos por un mundo más humano.
Cuando ese factor “súper” sea algo innato, y que todos los superhombres sean llamados únicamente personas.
Mi nombre es Isaac Montaño Roa y mi meta en la vida es ser un superhombre.





Comentarios recientes