La filosofía es la ciencia del conocimiento, aquella que reúne todas esas reflexiones sobre la esencia, las causas, la razón y el porqué de las cosas que suceden alrededor de nosotros. Como dijo una vez el científico Galileo Galilei: “La filosofía está escrita en ese gran libro del universo, continuamente abierto entre nosotros para que lo observemos”.
Ella nos ha dado la oportunidad de conocer nuestro pasado, preguntarnos por el presente y suponer qué deparará nuestro futuro; nos ha ayudado a moldear nuestro pensamiento crítico respecto a las cosas que vemos y oímos día a día. La Filosofía es esa voz interna que nos dice que no creamos todo lo que vemos en Internet y en las redes sociales, preguntándonos constantemente, ¿qué será real y qué será falso? He ahí el problema de todo esto.
Jesucristo dijo: “conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Esta frase me lleva a pensar que el conocimiento es la base para liberarnos de la toma de decisiones y pensamientos hechos por otras personas, que no nos han dado la oportunidad de “pensar con mente abierta” y opinar de manera diferente. Educar en la verdad significa educar para saber discernir, valorar y ponderar los deseos y las inclinaciones que se mueven dentro de nosotros, para no encontrarnos privados del bien, cayendo en cada tentación.
Los escépticos nos decían que tenemos que dudar de todo lo que nos rodea, y en lo que a mí respecta, esa doctrina nos ayuda a la supervivencia en este mundo, mas no en lo simple de la vida: vivirla, sentir con alegría cada respiro, cada risa, cada abrazo y cada lágrima. Dudar de todo cuanto existe puede ser bueno, si esto te orienta a buscar la verdad, indagar y, finalmente, aprender.
El código ético es otro aspecto muy importante en el desarrollo de las personas. Este nos permite comprender que la moral del hombre, vista desde el punto de reflexión, nos hace ver que es tan importante como el conocimiento en sí; su práctica y desarrollo permite que estructuremos nuestra mente en torno a los valores y también que nuestros actos dependan de lo que ella nos dice.
“Sapere Aude”, una frase que he escuchado a lo largo de una de mis materias favoritas; corta en su escritura pero con mucho poder en su significado. Intrigante la forma en que este aliento inspira a ser mejores cada día, a dejar de ser selectivos con los ojos cerrados y a tomar el riesgo de abrirlos para juzgar las palabras e ideas desde muchas perspectivas, sacar una conclusión final desde mi punto de vista, manejar situaciones a partir de lo que sé y de lo que puedo opinar respecto a eso.
De las etapas más hermosas de la vida son la niñez y la adolescencia, épocas donde adquirimos nuestros hábitos y nuestros valores. Los niños crecen motivados por un premio o reconocimiento para la realización de sus actividades; a medida que van creciendo, esta forma de comportamiento se va erradicando paulatinamente, debido al crecimiento físico y estructural, llegando a la adolescencia con otros factores de motivación, en donde prima el sentido de la responsabilidad y el placer de realizar las cosas porque nos agradan. Esta estructuración en gran parte es concebida por los conocimientos que la filosofía nos ha entregado con el desarrollo ético que vamos logrando.
Definitivamente la filosofía es muy importante en el desarrollo de las personas y marca la diferencia en quiénes nos convertiremos en el futuro. Muy posiblemente puedes alcanzar el éxito o llegar a ser una persona adinerada o famosa, sin el conocimiento que la filosofía puede darte, pero la capacidad de convivir en sociedad de manera armónica, de respetar los conceptos y las formas de ser de las demás personas, la capacidad de refutar con argumentos, de reflexionar sobre las cosas profundas de la vida, el amor por la academia, por las bellas artes y por todas aquellas actividades que nos permiten desarrollar nuestra mente y nuestro espíritu, solo la podemos obtener mediante el aporte que la filosofía nos entrega. He aquí la diferencia.
Comentarios recientes