Nuestro entorno: un lugar de detalles no vistos – Por: Juan Camilo Camacho Álvarez

¿Y si constantemente redujéramos todos los acontecimientos de nuestro día a día en un simple diario?

Entonces no sería más que la abstracción de nuestra percepción, detallando fragmentos que nos llaman la atención, incluso esas partes olvidadas que están ahí constituyéndose en nuestra película -llamada realidad-.  

“Hoy en día sabemos cómo se hace todo, excepto vivir.”  Jean Paul Sartre

[sábado, 4:33pm] Me encuentro subiendo las escaleras eléctricas del Centro Comercial, entrándome en un mundo de mundos, donde a mi alrededor hay personas cuyo propósito no conozco, pero pasan caminando de un lugar a otro, con el fin de realizar alguna actividad. Observo que algunos vienen a comer helado, otros laboran, varios vienen a refrescar sus almas con el aire acondicionado; distintas miradas se fijan en productos que no serán comprados. Y así me puedo dar cuenta que cada uno de ellos tiene un fin en estar aquí, desempeñando acciones, de las cuales logren conseguir provecho. Si bien, todos sabemos qué es lo que estamos realizando, a pesar de esto, no comprendemos si lo que estamos haciendo nos construya una vida la cuál queramos seguir viviendo, porque indudablemente pasamos nuestra jornada desarrollando hechos cuyo fin solo determine cosas del presente y no ese futuro que tanto anhelamos vivir algún día.

“No hay hermosas superficies sin terribles profundidades.”  Friedrich Nietzsche

[martes, 9:17pm] Estando en el patio de mi casa alcé la mirada hacia el cielo nocturno. Era una noche tranquila y despejada. Miles de estrellas radiando, constelaciones brillando, y la hermosa Luna en su fase llena, estaba grande e imponente. Conmigo estaban 3 de mis 4 gatos, “el gatico”, “Fido” y “la gatica blanca”; mientras ellos en el suelo estaban lamiéndose, yo permanecí un rato observando el increíble cielo. Me puse a reflexionar sobre todo lo posible que puede haber en ese basto océano cósmico, el cual cada vez que lo veo me causa mucha intriga y siempre se me vienen más preguntas; ¿Qué hay más allá de las galaxias y de este universo? ¿Quién lo creó y con qué propósito? ¿Otros seres nos estarán observando, alguien podría fijarse en mí, diminuto individuo que sólo está mirando al más allá? ¿Algún día podré ir a visitar el cosmos y tomarme una foto con Saturno?… En este sentido, aquellas preguntas existenciales que se hace una persona cuando tiene encima a un gran universo, tan misterioso y enorme, no son tan fáciles de hallarle respuesta o razón alguna, así como formularlas…. Entonces miré mi entorno y vi cuan bello es, las plantas -algunas con flores-, los animales, insectos, árboles, y todos esos elementos que conforman el entorno que me rodeaba, hacían más especial aquella noche estrellada. Luego comenzó una leve lluvia, entré en mi casa por la puerta de la cocina, cerré la puerta y, al pasar por la sala, eché un vistazo a lo que estaba viendo mi padre en el televisor. Se hallaba viendo una película llamada Megalodón, cuya temática es de un nuevo mundo marino descubierto donde se escapan dos megalodontes (tiburones prehistóricos muy grandes) y tratan de matarlos. Me senté en la mecedora para terminar de verla. A mi juicio me pareció una excelente obra, los efectos especiales, el desarrollo de los personajes. Lo que llamó más mi atención fue ese “nuevo mundo marino”, el cuál estaba muy profundo y cuyas criaturas era singularmente raras. En efecto, lo relacioné con mi previa reflexión sobre el inmenso universo, ya que ambos acontecimientos me hicieron surgir preguntas relevantes y dudas que hasta el momento no les tengo razón alguna. Total, medité cuán bella es toda la naturaleza que nos rodea, sus paisajes, la fauna, la flora, contrario a lo que nos hay debajo de nuestros pies, cuyo conocimiento al respecto nos es incierto y nos causa temor.

“La vida sólo puede ser comprendida hacia atrás, pero únicamente puede ser vivida hacia delante.” Søren Kierkegaard

[lunes, 5:35pm] Estaba yo en mi estudio -donde recibo las clases virtuales y hago mis deberes- realizando algún trabajo del colegio. Tenía el portátil prendido, mis marcadores organizados en los portalápices, mi cuaderno de Biología y los lapiceros que empleaba para escribir. En aquel momento, mi madre grita muy fuerte, me estremecí, me detuve en lo que estaba haciendo y escuché atentamente; eran palabras de angustia -estaba en una llamada telefónica con mi nona materna-.  Me levanté de mi silla y me paré frente a la puerta que da lugar a la sala; allí oí a mi nona, con sus palabras rotas y un tono de voz muy desesperado, diciendo que mi tío había fallecido. En ese momento entré en un estado de tristeza y confusión. Se me hacía muy extraño esta situación y no sabía qué hacer. Rápidamente, mi familia y yo nos alistamos para irnos a la casa de otro tío donde estaba mi nona y más familiares. Me puse una camiseta negra de adidas, un jean azul oscuro, unos zapatos negros y mi bolso que cargo en el hombro, que nunca puede faltar. En esos momentos no sabía en qué pensar. La fe en mí de que mi tío se iba a recuperar era muy grande, pero se desvaneció al momento de escuchar tal noticia que cada vez que recuerdo me pone de baja nota… Durante todo el camino observé el paisaje tras la ventana del carro. Se sentía un ambiente de melancolía y pena. Tras llegar a la casa, le di un abrazo a mi prima Natalia; tenía el cabello atado a una moña, una camiseta negra, tenis y un reloj. Cuando entré a la casa, se hallaba mi nona en una mecedora, callada, y apunto de soltar las lágrimas, porque su hijo se había ido. Me partió el alma en mil pedazos. Todos habíamos estado dando el cien por ciento de nuestras fuerzas -buscando medicamentos, llamando médicos y consultando información… Tres días después, se realizó la ceremonia del sepulcro.

Muchas veces cerramos nuestra mente ante complejas situaciones, nos quedamos en una burbuja, cuya salida se nos hace ciega a la vista. Solo tras un tiempo, logramos comprender sus hechos que, aunque por más buenos o malos, podemos reflexionar sobre ello. Después de todo, somos nosotros mismo quienes podemos dar ese paso adelante y estallar esa burbuja, puesto que, sí bien la vida nos da golpes, enseñanzas y agradables momentos,  sin importar todo, debemos salir a dar la cara y continuar en la búsqueda de nuestros propósitos y metas.

El hombre está condenado a ser libre”. Jean Paul Sartre

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